miércoles, 3 de agosto de 2016

Ácaros y soles.

Cuando pisa con fuerza el piso viejo y gastado de madera que alguna vez fue bueno y este cede bajo sus pies,piensa que siempre las cosas de nuestro al rededor se vuelven también un poco consecuentes con el maremoto interior.Piensa además que antes,tal vez ese pequeño chirrido la hubiese hecho correr escaleras abajo en busca de la puerta de calle.La hubiese abierto,con más apuro que convicción y hubiese huido bien rápido,como se huye siempre de las cosas que ulceran.
Sabe con precisión a qué vino aunque le guste jugar un rato a dejarse sorprender.
Decide que va a sacarse los zapatos para sentir mejor y abre uno a uno los cajones y las puertas como dejando salir el aire atrapado desde vaya uno a saber cuándo. No se sorprende de no encontrar nada más que un par de pelusas que el viento depositó ahí y algún manchón colorido,como un pegote sin forma adherido al fondo. Intuye que no va a encontrar ninguna sonrisa olvidada en el ropero ni ninguna página de ningún libro,suelta por ahí,pero igual busca.Como hizo siempre. Sabe que así tal vez,lograría que entre un poco de claridad,porque la luz la cortaron hace rato.
Abre la ventana y se ríe a carcajadas cuando descubre que además del sol,vuelan y entran también un sin fin de ácaros de van a pegarse a sus pulmones más tarde o más temprano.
Después de un rato de hurgar entiende que si pisa de determinada manera,el piso no cruje y no se le lastiman tanto los pies.Se toma un rato largo en eso,y como si bailara pero sin música ni vestidito,va entendiendo que tal vez todos los listones pueden volverse seguros con un poco de arreglo.
Cuando ve que el sol va bajando y empiezan a dolerle los pies entiende que hace rato que no hace otra cosa más que eso. Bailar descalza sobre un piso de madera para comprobar el nivel de podredumbre.Como ahora ve menos y los pies no aguantan más,sube hasta el tope la ventana y se sienta en el piso.Siente el titilar de los pies y el cansancio en los muslos como si alguien estuviese intentando tatuarle el cuerpo sin su permiso. Desde donde está,descubre sorprendida que en la parte inferior del placard,al fondo de todo el espacio vacío,hay un cajón chiquitito que no recuerda haber abierto nunca.Estira los brazos y lo abre,pensando tal vez en que será también otro micro espacio vacío. Se alegra de ver que a pesar del tiempo y la tierra,eso haya permanecido allí,intacto.
En una de esas cajitas de madera linda,sin listones podridos ni manchas de humedad,la muñeca con música y vestidito,gira sin fin en la plataforma con una sonrisa en la cara y un espejito de fondo.
Como desde hace mucho descubrió que las palabras también pueden transformarse en lágrimas de emoción,llora bajito un rato con la caja abrierta entre las manos.
Al final del día,ni se sorprendió cuando los placares se llenaron de arboles y las persianas se subieron solas.
Cuando le puso llave a la puerta y comenzó a bajar,pudo por fin contar los escalones y abrir la puerta de calle,con más convicción que apuro.

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