martes, 2 de octubre de 2012

Gracias!


El viento bahiense, principal anfitrion de la ciudad,te despeina la cara y las ilusiones pero
como hace un rato largo que viene haciendo lo mismo decidis que tal vez sea hora de tomarlo como un mimo.
Una caricia que te da la vida para que aprendas a vivir.
Pero como es sabido, como nos enseñan de chicos y entendemos de grandes, resulta casi siempre imposible vivir la vida en soledad.
Entonces, como buen aprendiz de ser humano, vas por la vida bendiciendo la maravillosa posibilidad de conocer gente que más se parece a criaturas aladas con sonrisas gigantes, que a tus mismísimos pares.
Descubrís entonces y otra vez, que después de tanto flechazo al cuete, tanto maldecir al mundo y tanta lágrima invasora de tu vida,un día y sin querer, te encontrás en otra casa con otra gente y otros olores y no podes menos que sonreír y agradecer.
Porque a veces la vida está en stand by, pero otras muchas, como esos momentos en que descubrís que es posible tener dos pares de padres y algunos hermanos más,la vida te guiña un ojo y te abraza fuerte para explicarte que, definitivamente, no todo está perdido.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Día utópico y esperable.


¿A dónde van todas las cosas que nunca pudimos hacer?
¿Dónde quedan guardados los sueños que siempre tuvimos y se alejaron de pronto?
¿Quién se llevó las sonrisas que guardabas con tanto ímpetu?

El tiempo nos arrebata de las manos, con absoluto descaro, las cosas que pensábamos que eran para siempre.
Un día y como por arte de magia, amanecen en vos millones de cosas que te cuestan reconocer como propias
Y a lo lejos, y sin darse vuelta para despedirte, ves como corre desaforada la nena que alguna vez
supiste ser y se lleva con ella millones de sonrisas inocentes que nunca volverán. Unas cuantas lágrimas
banales que querrías volver a usar y las muñecas y peluches que alguna vez estrujaste con fervor.
Y vos te quedás ahí,parada, sin entender bien cuando fue que creciste tanto.
Cerrás los ojos y recordas que no hace tanto tiempo desde la última vez que tu mamá te tapó para dormir
y en el calendario de tu vida estás cada vez más próxima a ser vos quien arrope a alguien cuando se haga de noche.
Porque hubo un tiempo, feliz y de ensueño, que aparece cada tanto para recordarte que ya no sos la misma.
Y te muestra, como fotos que tal vez no querrías ver, todo lo difícil que es vivir.
Pero así es la vida, increíblemente hermosa y abrumadora. Todo a la vez.

Y te enseña, sin que te des mucha cuenta, que un día cualquiera.de lluvia tal vez abras los ojos y estés allí:
En una mesa gigante, rodeada de voces infantiles, estrechada de la mano de tus amigos, abrazando con palabras al amor
de tu vida y arropando un poco más tarde a los dueños absolutos de las esperanzas de tu vida.
A veces duele crecer. Pero otras veces, como aquellas en las que esperas que el alma te ría a carcajadas, vivir es lo más parecido a la felicidad que existe.

martes, 4 de septiembre de 2012

¿Qué pasa que todavía...?


El barcito de la esquina nos recibía siempre en el mismo estado. Un olor incomparable, y de esos que no olvidaré más, a cigarrillo y café nos daban la bienvenida, y nosotros sabíamos que nos esperaban un par de horas de debate y risas. Era el clásico de la semana.
Nos sentábamos y pedíamos siempre lo mismo. Un café, dos lágrimas y un cortado. Siempre. Indefectiblemente.
Mario, Juan Carlos, el Negro y yo. Cómo una especie de tres mosqueteros con ayudante. Inseparables. De esos tipos que nacen para ser hermanos, pero que por algo la vida les dio madres distintas.
La memoria sin duda, debe de escondernos infinidad de recuerdos que preferimos olvidar. Pero alberga y protege de la mejor manera, a aquellos por los que hacemos esfuerzos sobrehumanos día tras días para mantenerlos vivos. No éramos más que cuatro pibes de barrio con hambre de sueños. O tal vez éramos mucho más que eso. Por eso lo que pasó.
Bah, en realidad no sé. Es como buscar un justificativo para entender el porqué. Ahora y después de tanto tiempo.
De voz gruesa y firme pero con convicciones en formación, Mario Carlos y yo nos pasábamos horas charlando de la vida. Filosofábamos. O al menos eso intentamos siempre.
Pero el negro era distinto.
Era un tipo de esos que llevan la ideología tatuada a fuego. De los que se ponen siempre la camiseta de sus sueños, para transpirarla hasta el último minuto. Incluso de sus propias vidas.
Metro setenta y cinco, y de piel “morena” como le decíamos en broma, el negro era el personaje más querido del barrio. Silbaba tangos, porque decía que cantarlos era muy triste porque hablaban siempre de melancolía. Pero consideraba que tenían una música fabulosa, así que ahí andaba siempre, silbando como loco “Caminito” o “Naranjo en flor”. Los amaba.

Al negro lo conocí en tercer grado. Un día, la directora abrió la puerta y lo presentó. De pelo engominado y zapatito lustrado, el negrito estaba firme al lado de la vieja. Del cagazo que tenía.
“Luis va a ser su compañerito nuevo. Por favor recíbanlo bien”. El negro hizo un paneo general.
Vio en el fondo a Gutiérrez, que no sé si decir que era malo pero a simple viste se perfilaba peligroso. Era el único que se sentaba solo. A excepción de mi que ese día, estaba huérfano de compañero. Corrí la carpeta y lo miré, para que entendiera que podía sentarse. No nos separamos nunca más.

Siempre tuvo una vida dura. De esos que sabían con seguridad que iban a poder comer porque tenían ya el plato en la mesa, pero no tenían ni idea si al día siguiente esto iba a ser igual.
Cuando fue un poquito más grande, y gracias al gobierno de Perón su familia respiró un poco más aliviada. Pero siempre ahí.
El negro era uno de esos tipos que se ganan el amor de todo el mundo. Mi vieja lo amaba.
Nunca avisaba que iba a ir a visitarte, pero desde la vereda te gritaba siempre “¿Que pasa que todavía no pusieron la pava”? Y vos te reías, porque sabías que el negrito andaba ahí y venía a regalarte algunas clases de política o solamente una sonrisa. Pero estaba ahí.
Amigos como pocos, de esos que se cuentan con los dedos de una mano. Un luchador. Por donde se lo mire.
A los encuentros del café no faltaba nunca, aunque anduviera en mil mambos. Llegaba siempre diez minutos tarde, pero te hacía reír tanto y traía siempre algo nuevo para contar que en el medio te olvidabas de sermonearlo.
Tenía pequeñas rutinas armadas, aunque si estuviera acá diría que no que no es así. Porque juraría que no se daba cuenta.
Llegaba, se sentaba y se refregaba las manos. Nos preguntaba cómo andábamos, qué contábamos de nuevo y arrancaba la perorata. Por aquellos años andaba muy metido con la agrupación. En cada pedacito de papel libre que encontraba escribía siempre “Perón o muerte”. Eran tiempos de revolución.
Si alguno de los días se retiraba un rato antes, nosotros sabíamos a ciencia cierta aunque no nos lo dijera, que iba a encontrarse con los compañeros.
¡Si ustedes supieran de qué forma le brillaban los ojos cuando alguien hablaba maravillas de Perón!


De los tres, el negro era mi mejor amigo. El único con el que me encerraba en la pieza a llorar cuando los problemas del amor se me hacían enormes. O al menos eso creía en esos años.
No sé bien de dónde los sacaba, pero siempre tenía un consejo para darte. Muchas veces supe que él mismo no se manejaba así en la vida, y era un poco testarudo. Pero hubiera dado la vida por mí de haberle sido posible. De no haber sido real la forma en qué se la arrebataron.

Argentina andaba jodida. Un buen día, y como por arte de magia, a un puñado de señores sin alma y con aires de superioridad, se les ocurrió que había que limpiar literalmente la Argentina de mala gente y “subversivos”. Llegaron un día y se adueñaron de la vida de un país. Como quien entra a un lugar y por saberse ahí se cree dueño de todo lo que hay.

Cuando la muerte camina por la calle agazapada todo el tiempo, es difícil verbalizar el miedo.
Traspasa los huesos. Quema el aire. Anuda el alma para siempre.

En mi casa no se hablaba de otra cosa. Siempre había algún comunicado nuevo que estos hijos de puta habían mandado. Siempre alguna tramoya que no llegábamos a saber del todo. O al menos no la entendíamos.
Hubo muchas tardes de debate sobre qué hacer.
Mientras tanto, y aunque cada vez menos seguido, se escuchaba en la vereda al negrito “Que pasa que todavía…” y yo corría a poner la pava porque ese era el pacto.
El negro nos tranquilizaba. Como siempre. A veces sospechaba que ni él se la creía, pero me parece que me gustaba jugar a eso. El negro me convencía y yo le creía. Dolía menos.

Era cada vez más difícil vivir. Daba miedo hasta respirar. Vi a muchos pibes cagarse hasta las patas cuando un móvil doblaba la esquina. Por aquellos años todos éramos sospechosos.
Un día el dueño del bar nos pidió, y de la manera más amable que pudo, que si podíamos, si no nos molestaba, dejáramos de ir un poco. Me dolió en el alma, no solo porque era el día de la semana que más esperaba, si no porque supuse que la cosa venía pesada.
Y aunque el miedo a que un buen día apareciera muerto en alguna zanja me invadió por completo, yo sabía que el que estaba complicado de verdad era el negro.

No parábamos de escuchar nunca, que a tal o cual pibe del barrio lo habían chupado los milicos.
No se sabía qué hacer.

Una tarde lluviosa, de esas en que el frío es mucho más que frío, me junté con el negro en casa a conversar.
Le pedí que parara un poco, que se alejara de la agrupación por unos días, aunque sea hasta que todo se calmara. Entonces el negro, emocionado hasta las lágrimas como pocas veces lo había visto, me explicó que la agrupación era su vida. Que era su manera de demostrarle al mundo cómo quería vivir. Que le parecía absurdo tener que callarse la boca porque a algunos hijos de puta no les gustara su manera de pensar. Que él le había jurado a la vieja que iba a luchar siempre hasta el fin de sus días por vivir en un país más justo, y que eso intentaba hacer cada vez que se encontraba con “los compañeros”. Lo vi llorar como un nene y suplicarme que lo entendiera.
Fue la última vez en mi vida que lo vi.
Ese día el negro se había quedado a cenar. En casa era uno más y lo mimaban a veces, mucho más que a mi. Cerca de las doce se fue para la casa. Me dio un abrazo fuerte, me apretó la mano y me dijo “Haceme caso cabezón, no pienses nunca que alguien puede venir a arrebatarte tus sueños porque tiene ganas”, se metió la manos en la campera de jean, giró sobre sus pies y se fue. Para siempre.

De todos modos, iba a tener que pasar una semana para que me diera cuenta que aquella noche fría de 1976 que no olvidaría mientras viva, había sido la última vez en que había soñado un futuro con mi amigo de toda la vida.
Algunos días después lo fui a buscar al negro a la casa. Mi novia de aquellos años me había dejado otra vez y yo sabía que nadie en el mundo tenía un consuelo más efectivo para mis lágrimas que el negrito.

Cuando me abrieron la puerta de esa casa, supe para siempre con qué me encontraba.
Entre una congoja indescriptible y unos muchos pares de ojos que me miraban esperanzados, me contaron que hacía una semana no sabían nada de Luis. Que lo habían ido a buscar a todos lados y nadie lo había visto.
Que se habían contactado con alguno de sus compañeros, y entre lágrimas aunque mucho menos sorpresivas, les habían dicho que hacía unos cuantos días no sabían nada de él, ni de cuatro compañeros más.
Ellos y yo sabíamos la verdad, pero el dolor quemaba tanto que nadie fue capaz de pronunciar una sola palabra más en todo el rato.

Después de una hora y media de ver de qué forma se hacían pedazos las ilusiones y el alma de toda una familia, decidí que lo mejor era irme porque había que darle a esa gente la posibilidad de llorar a solas. Dejé para siempre mi última sonrisa de plena felicidad en la casa del negrito y me fui. No sé bien a dónde.
Cuando fui un poco más grande, y supe bien lo que había pasado, todo lo que les habían hecho a los que soñaban con otro país, todo lo que esos hijos de puta habían querido hacer con tantas vidas, me senté y sonreí. Porque conociéndolo cómo lo conozco al negro, podría jurar que les fue difícil sacarle una sola palabra. Era un tipo con unos códigos enormes. De los que ya no se ven. Jamás en su vida hubiera vendido a nadie, ni aunque su vida misma fuera el premio por decirlo. Esos hijos de puta lo habían matado. Pero les había costado mucho. Yo lo sabía, aunque nadie nunca pudiera decirme cómo fue.

Ya pasaron muchos años. Demasiados desde aquella vez.
Muchos más de los que me hubieran gustado.
Más de treinta años desde la última vez que me senté con el negrito a solucionar el mundo.
Desde la última vez que lo había visto sonreír por algo.
Desde la última vez que había sentido que la vida me había regalado al negro para siempre.
Desde la última vez que fui enteramente feliz.
De todos modos y por las dudas, todavía lo espero. No vaya a ser cosa que alguna vez escuche “Que pasa que todavía…” y yo no esté preparado.

lunes, 27 de agosto de 2012

Jueves


Esa mañana, la Topo, había llegado hecha un huracán a la escuela. De conducta intachable, y sin haber faltado más que un puñado de veces en cuarenta años, ese día no solo estaba ingresando una hora más tarde de su horario habitual si no que, parece ser y por rumores que a medida que pasaban los minutos se hacían cada vez más verídicos, había ido a pedir encarecidamente, le dieran el pase a Salta a una escuelita rural.
No podía ser. La topo, o la Fernández como le decíamos alguno de sus colegas, había sido el dinosaurio de la escuela por años. Firme en sus horas de biología y sin pedir suplente ni una vez, conocía cada rincón de la escuela y, pondría las manos en el fuego, le era posible nombrar a cada uno de los docentes que pasaron por allí. Ésta era una de esas escenas que solo tienen vida en la fantasía, y que ninguno de nosotros pensó jamás que podía hacerse realidad. Cuando ese día la directora le preguntó, con el tono más neutral que pudo e intentando mantener la calma, si iba a dar la clase de todos modos, la topo finalmente estalló.
Si, la topo. María Isabel Fernández, 64 años, soltera. Con S mayúscula.
Se había recibido de profesora de biología muy joven, había hecho una carrera brillante. A tiempo y sin deber ningún final.  Y había ingresado al Normal 5 de San Justo casi dos meses después.
Desde entonces, la topo había dedicado su vida a enseñar. No era raro verla fuera de sus horarios estipulados rondando por el colegio. Era una de esas mujeres que llevan la bandera del orden y la pulcritud como modo de vida.  Ayudaba en cada acto escolar, aunque nada tuviera que ver con su materia. Era capaz de pasarse horas escribiendo pizarrones con frases o recortando escarapelas y lo cierto es que no escatimaba sermones cargados de años de hacer lo mismo, cuando un recién recibido pisaba la sala de profesores.
Más allá de todo eso nos era difícil, y lo sigue siendo aun, describirla un poco más. Era muy reservada y no había contado en todos esos años mucho más que un par de detalles.
Se sabía que era hija única, que su padre había muerto cuando ella era una nena y que se había criado con su madre y su abuela. Era soltera, de esas que llevan el peso de no haber encontrado nunca el hombre indicado. De las que se les nota en la mirada, por más que no lo digan. El brillo en los ojos y la mirada perdida de amor y deseo habían decidido pasarla por alto.
No mucho más.
Era alta, bastante. Un poco más de la altura que se espera en las mujeres (Sí, porque la sociedad también espera de las mujeres una altura).Flaca, de esas que derrochan huesos por doquier. Como si tuvieran más que todo el resto de los humanos.
Entregada, de alma y cuerpo a la profesión que le corría por las venas, era casi un delirio verla ahora, totalmente enfurecida, con un montón de lagrimas en los ojos y pidiendo por favor que la ayudaran a irse de ahí.
Algo había pasado. Algo grave, o algo que al menos estaba pidiendo ser investigado.
Y yo, que siempre tuve un corazón un tanto frágil y la lagrima fácil, ya andaba llorisqueando por ahí solo de ver cómo la Fernández, que ahora se había parado al lado de la directora y modulaba como podía, suplicaba piedad.
A veces creemos que hay cosas que van a permanecer así para siempre. Nos cuesta entender que lo que hemos visto por años como un castillo solido, puede derrumbarse en un segundo. O peor aun, nos cuesta mucho más asimilar que tal vez todos hayamos contribuido para que los cimientos de la vida de la Fernández se movieran, ahora sí, para siempre.
La escuela, a esta altura era ya una revolución. Los de 2da A, que ya sabían que la Topo andaba a las vueltas por ahí, no entendían por qué no tenían clases y se querían rajar. No nos daban las manos ni las pocas explicaciones que teníamos para rogarles que se quedaran quietos. No nos hacían falta cuarenta pibes corriendo por los pasillos con el batifondo que había en la dirección.
De tanto en tanto, Miriam, que siempre fue experta en escuchar detrás de las puertas nos traía algún dato, pero no lográbamos hilar más que un par de frases. Al parecer, la Fernández había logrado calmarse, o al menos dejar de gritar, y hablaba ahora con la directora en un modo más ameno. Dice Miriam que escuchó palabras como al pasar. Respeto, dignidad, piedad, alma.
¿De qué estarían hablando? ¿Qué le pasaba ahora a ésta mujer, a la que nunca escuché quejarse de demasiadas cosas? Me faltarían un par de horas aun para enterarme de todo.

Si algo nos faltaba a Laura y a mi, que hacíamos esfuerzos sobre humanos por pretender que los de 2do A no nos rompieran todo el colegio, era enterarnos de que al parecer la semana anterior, “La topo le dio unas horas a la de matemática para que tomara prueba, así que hoy tenemos toda la mañana con ella”. Sabíamos que la cosa en dirección venía para largo. Necesitaba que la directora me diera la orden para dejar ir a toda esa tropilla de adolescentes que ahora hablaban todos juntos y exigían retirarse ya mismo de ahí.
Hice el intento y golpeé la puerta de la dirección con cara de “no sé nada”. La directora me abrió y entré. La topo, tenía las manos juntas y metidas entre las piernas. Miraba para abajo todo el tiempo, solo levantó la cabeza para murmurar un “Buen día” y volvió a sumirse en su angustia.
Cuando finalmente me dio la orden para que los deje ir, Alicia me preguntó intentando sonar natural “Inés, ¿vos viste algo ayer en el salón de actos, después de que terminó”? Le respondí que no. Era la verdad.
Había sido un acto un poco denso. Había durado más de lo que esperábamos y los chicos se habían puesto especialmente molestos. La Fernández había tenido que separar a varios de los de su curso a cargo porque hablaban todo el tiempo. Un acto de mierda.

Fui, les di vía libre a los de segundo y a Laura que para ésta hora ya andaba estresada, y subí al salón de actos. Si algo de eso tenía que ver con la topo, entonces lo quería averiguar.
Estaba cerrado con llave.
Aproveché el recreo que recién empezaba, y me senté en el patio a ver “jugar” a los de 1ro. Me reía de recordarme a esa edad e intenté volver a esos momentos para ver si podía sentir algo parecido.
No hacía tanto que había abandonado el colegio. El mismo que ahora pisaba pero desde otro plano.
Digamos que no había sido una alumna brillante, pero me esforzaba lo necesario para no comerme todo un verano estudiando. Cuando terminé, sentí que yo también quería estar del lado de aquél que se sabe confiado a la hora de transferirle a alguien todo lo que ha aprendido. El magisterio fue mi mejor opción.
Cuando terminé la carrera, supe que quería volver al lugar donde había sido tan feliz. Me hice cargo de las horas de Cs.Sociales de los chiquitos de quinto, que compartían edificio por la tarde con los de secundaria. Por la mañana, era preceptora y encargada de la mayoría de los actos que se hacían.
Por supuesto que la topo también pasó por mi curso. Por eso tal vez, me costaba más entender qué le estaba pasando a esa mujer ahí adentro. Porque creía conocerla algo. Creía que había visto a esa tipa bancarse cosas ante las que muchos otros hubiéramos reaccionado de la peor manera. Me costaba imaginarme qué podía haber pasado ahora que fuera más grave que todo lo otro.

Se acercaba ya el mediodía, y me preocupaba que las cosas por allí siguieran igual.
Puse la pava, preparé unos mates y me senté en preceptoría con mis compañeras a esperar que se hiciera la hora de irnos. Pero por sobre todo, estaba a la espera de ver salir a la directora por la puerta que daba justo enfrente a mi silla y que tuve el placer o la desgracia de ver cómo se abría a la una menos cuarto de la tarde de ese jueves único.
La topo, escoltada por una directora totalmente confundida se acercaron hasta mí.
“Inesita, ¿no traés la llave del salón de actos y nos acompañas arriba?”. Supe que iba a saber la verdad.
“Si Fernández, cómo no”.
Subí esos 25 escalones como quién espera ver un muerto en la peor escena de crimen de su vida.
Abrí el salón de actos, prendí las luces y esperé unos segundos a que los viejos tubos dejaran de pestañear para llenar de claridad el lugar. Entré, y tuve finalmente ante mis ojos, la causa principal de las lágrimas de mi compañera aquella mañana.
Entre sillas revueltas, un par de escarapelas de papel crepé tiradas y algunas tizas desparramadas por ahí, lucía escalofriante el pizarrón del salón de actos escrito por dónde se lo mire con una tiza que aquella mañana me pareció espeluznantemente blanca.
“¿No querés tener hijos? ¿Querés llegar a vieja sin marido y fracasada? Llamá al 0800-TOPO y te decimos cómo hacer".
Miré a la directora, miré a la Fernández y bajé la vista.
La topo, a la que nunca le hizo falta que alguien le dijese así en la cara para saber que ese era su sobrenombre, la misma que había soportado durante años los chistes sobre su prominente dentadura o su flacura extrema, ella que había visto y en muchas oportunidades cómo sus propios colegas repartían risas socarronas por detrás cuándo pasaba, aquél miércoles por la tarde supo que había llegado a su límite.
Había dado por finalizado el acto, había hecho bajar a todos los cursos y se disponía a ordenar las últimas cosas antes de cerrar el salón cuando alguien subió a avisarle que Alicia, la directora, quería darle unos papeles o algo así y la necesitaba en dirección.
Bajó y se entretuvo. Diez minutos, quince, media hora.
Entonces alguien, decidió dejar plasmado en aquél pizarrón y en las pupilas de quienes después logramos verlo, que la miseria humana encuentra SIEMPRE, miles de lugares para escabullirse y hacerse presente.
Cuando la Fernández subió a cerrar el salón para irse a su casa porque ya la escuela estaba vacía, entró y leyó. Leyó y se sentó en una silla que había por ahí, porque el temblor en las piernas era tan fuerte que temía caerse. Leyó y lloró. Porque todas las otras veces, todas y cada una de las otras putas veces en que se rieron, fue de ella. Solamente de ella. Pero ésta vez, la vez que no olvidaría nunca y que la haría tomar la decisión de irse para no volver, se estaban riendo de todo lo que no había podido ser.
De todos los hijos que nunca había podido tener, sencillamente porque nunca había podido pertenecerle al hombre de sus sueños. Que existía. Claro que existía. Pero que  desconocía por completo que alguien, a no muchos kilómetros de su casa, lloraba cada noche por no haber podido tener nunca los ovarios para pronunciar ningún te amo.
De todas las noches que le había regalado en vano a la soledad, porque nunca tuvo el coraje suficiente.
De todas las lágrimas de impotencia que había sentido, cuando se dio cuenta que su momento para ser mamá se había vencido.
De todo lo que siempre soñó y nunca pudo tener.

miércoles, 15 de agosto de 2012

A futuro.-


Minúsculas partículas repletas de felicidad.
Maravillosas orugas transformadas en perfectas mariposas.
Proveedores de los abrazos más auténticos de toda (toda) tu vida.
Pintores de un mundo de acuarelas y crayones.
Cachetes vivientes recibidores de besos.
Piezas fundamentales del rompecabezas de tu vida.
Almitas de sonrisa fácil y baberos manchados.
Sucursales auténticas de uno mismo.
Héroes en pañales maestros del "para qué vivir".
Naricitas indefensas esperando saber cómo vivir.
Cuerpos diminutos con corazones gigantes.
Amalga exacta de un amor perpetuo.
Pequeñísimos seres que un día me llamarán “Mamá” e inundarán mi vida de felicidad para siempre.
Siempre.
SIEMPRE.



lunes, 30 de julio de 2012


Salís a la calle a la espera de otro día. Ni brillante ni aburrido. Normal.
El aire sur te pega en la cara pero pensas que tal vez sirva para despabilarte asique no te quejas y emprendes el camino. Las vidrieras atiborradas de ropa que mas pareciera ser para una muñeca que para algún mortal, te regalan el reflejo de la realidad que más te duele. Pero te prometiste no detenerte, asique una vez más como desde hace mucho tiempo erguís la frente y seguís, cueste lo que cueste.
Pasas cuadras y cuadras intentando que la cabeza te regale imágenes venideras, llenas de felicidad. Pero la realidad, ágil y astuta a la hora de escabullirse, vuelve a recordarte quien sos, como sos y como los demás creen que sos, y te asusta de vuelta con un insulto pasajero pero no por eso menos doloroso e inexplicable. Y ahí sí, contra todos tus pronósticos de “superioridad por un día” no podes menos que detenerte y reflexionar, porque tal vez seas vos la que estás haciendo algo mal.
Ese alguien no te conoce, no sabe quién sos, como te llamas, cuáles son tus valores en la vida ni tu ideología política, sin embargo y con un descaro cada vez más habitual, no titubea a la hora de insultarte. Es entonces cuando recordas que alguna vez fuiste una nena, y que escuchaste muchas veces a tus padres decir “Uno siempre debe ir por la vida diciendo lo que piensa, siempre y cuando lo haga de manera educada y sin ofender al otro” y algo no te cuadra en la situación. Ese alguien hace rato que siguió su camino, tal vez ya haya llegado a su destino pero vos, pequeño iluso que creyó poder sortear por un día los agravios de un mundo cada vez mas frio, todavía estas ahí parado sin entender bien que pasó, o cual es la parte de tu realidad que al otro tanto le molesta.
Seguramente nunca mas vayas a cruzártelo, ni sepas nunca como se llama. Despues de todo, es uno mas.
Seguis, porque te recordas a vos misma luchar por tus propósitos y porque alguien al final del camino te espera y te quiere, sin fijarse en lo que sos y teniendo siempre en cuenta quién sos.
Llegas a la cursada, lugar bochinchero y risueño que al final del dia, se lleva todas tus risas. Saludas, tomas un mate, conversas de la vida y a nadie le mencionas lo que pasó. Tal vez crees que no les importa. Tal vez ya estas acostumbrada.
Algo te quedó dando vuelta en la cabeza todo el dia. Es el mismo embrollo de hace casi 20 años, que cada vez se hace mas grande. El “Porque”? ya es gigante y ocupa muchas veces, casi toda tu cabeza.
Se hace de noche y volves a tu casa. El vidrio del colectivo algo sucio, te devuelve un reflejo que no querías ver. Llevas la cara triste y el ceño fruncido en una clara señal de no entender. Cerras los ojos, pensas y entonces encontras la tan ansiada respuesta al porqué de tantos insultos, tanta risa burlona y tanto “para vos no hay”.
Sos gorda. Y parece que al mundo eso le molesta un poco más que a vos.  

sábado, 21 de julio de 2012

Feliz cumple,AMIGO! =)


Una camisa “símil leñador”, un peinado prolijo y la anécdota extraña de una chocolatada mañanera me traen a la memoria los primeros recuerdos de vos.
Llegaste y no entendía bien quién eras, pero te escuché hablar del western y me bastaron pocos segundos para pensar “Que tipo inteligente”. Más tarde la vida y el destino me volverían a dar la razón.
Entreverado en tus propias palabras, pero preciso cuando sabes de qué nos queres hablar a todos los que con solemne fanatismo esperamos tus ladridos desde tu maravillosa cucha.
Creador de paisajes casi palpables, cuando de leerte se trata.
No sé si podría precisar cuándo me encontré diciendo “Es mi amigo”, pero podría jurarte sobre algún disco de Fito y por la patria, que no imagino ahora la vida sin vos.
Sobran las palabras cuando se quiere hablar de banalidades, pero faltan cuando es necesario describir a un amigo.
Claro que no creo merecer tanta gente linda a mí alrededor, pero algo por más minúsculo que sea debo haberle dado a la vida para que decida premiarme así.
Podría llenar este texto de palabras y tal vez no decir demasiado, o podría intentar no ser rebuscada y explicitar de la mejor manera posible cuánto te quiero, amigo.
La vida es rara, complicada, absurda y seguramente nos depare destinos que ni imaginamos. Pero déjame decirte, ahora y por todo el tiempo que mis palabras suenen en algún lado, que acá estaré firme cuando mi celular diga “Perro llamando” y yo sepa que me necesitas. O cuando el timbre me sorprenda y seas vos del otro lado, para matear y contarme cuán feliz estás. Y así mismo cuando a la distancia, yo caiga en tu memoria, te llene de “Ah mirá” y tal vez te haga sonreír.
¿Qué más puedo decirte, que ya no te haya dicho?
Perro, amigo, compañero de vida… ¡Que te tenga cuidado el amor! Que no sabe cuánta batalla le podes dar, cuando se ponga testarudo.
Que el corazón se te llene siempre de buenas energías y que seas inmensamente feliz.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS!Y gracias, por permitirme entrar en tu vida.
¡Te quiero mucho!

jueves, 19 de julio de 2012

Feliz día,lindos! :)


Afuera hay sol, aunque el invierno sigue presente en el aire.
Son las cinco de la tarde, y en casa está prendida la tele y la compu como siempre.
Se escucha desde afuera una risa contagiosa. Alguien viene hablando por teléfono. Un golpe suave a la puerta y un grito de “locaaa” me hacen saber que “la Mer” está del otro lado.
Pasa. Se ríe. Me dice cuanto me extrañó  y yo pongo la pava, a sabiendas de que nos esperan muchos mates, risas e historias que aun no sabemos pero que ya disfrutamos.
En medio de la charla, que ha traído a nuestra memoria viejas historias que no nos cansamos de contar, una bici estaciona en la vereda de casa. Un golpe preciso a la puerta, y sin esperar el “pasá” trae a Fede a la tarde de mates. Nos saluda, nos cuenta “toda la paja que tiene” y planeamos juntos qué hacer por la noche.
En un parpadear y sin darme cuenta hay un integrante más. El cabegol golpea con fuerza la mesa, con el puño semi cerrado como hace siempre que algo le resulta gracioso.
Se escucha una moto despacito sobre la calle y todos podemos precisar que la negra ha llegado.
Todos nos reímos de su nueva anécdota que de seguro trae consigo una nueva metida de pata, un olvido de algo importante, o la equivocación de algún nombre y su posterior tentada. Todos amagamos con pegarle. Finalmente recibe muchos abrazos.
En la tele y a todo volumen alguien anuncia que los equipos ya están en la cancha. Boca y River vuelven a competir por la historia y el honor y en mi mesa y como por arte de magia Aldana y Perro discuten por vez 1000 si Messi es mejor o no que Ronaldo.
Mate listo, masitas/galletitas en la mesa, cigarrillos, ceniceros, celulares.
Se escucha a lo lejos y casi imperceptible una imitación perfecta de algún conocido personaje Casbense, y todos sabemos que en breve tendremos a Gabi sentado en la mesa, riéndose seguro de algo y mostrándonos a quien “saca igualito”.
Logro abstraerme por unos segundos y me dedico a observarlos en detalle.
Hablan fuerte, se ríen, se pegan. Se dicen “te odio” y a los cincos segundos se arreglan con un abrazo. Se agarran la mano, se dicen “te extrañé”.
Me miran, se ríen. Me hacen reír.
Un mensaje en el celular me obliga a ver la fecha.
Es el 20 de julio de 2012.
Es el día del amigo.
Y la vida me ha permitido reunir a los mejores expotentes en mi casa.
Lloro.Sonrío.Celebro.
Los abrazo con la mirada.
Los amo con el corazón.


¡Feliz día hermosos!
Los amo,profundamente.

lunes, 16 de julio de 2012

30.000 veces nunca más.-


A veces es como si la vida nos sentara en una silla enorme y nos pasara por horas millones de videoclips que ya hemos visto, pero que necesitamos recordar. E indudablemente, el primero y tal vez más doloroso de todos nos lleva treinta años detrás y nos carga de una impotencia que no llega a asemejarse a la de sus familias, pero que intenta hermanarse.
Nos inunda de datos que nos duelen, que se parece a miles de dagas sobre la piel. Que queman más que el sol de la mañana.
Y nos obliga a detener el paso. Pone a prueba el corazón de todos, y aniquila los lagrimales de unos cuantos, que aunque ausentes en aquel nefasto tiempo, llevamos sobre la espalda el peso de saber por cuánto hubo que pasar.
Seguramente haya muchos que tengan incontables teorías sobre lo que pasó, porqué, y lo que pudo haber pasado. Pero a mi hay una realidad que me duele, me lastima y me carcome.
Porque hay un país que me obliga a recordarlo, y un corazón que se niega a olvidar.
Porque me niego a la resignación del “Ya pasó” y me aferro a la necesidad de un “NUNCA MÁS”.
Porque siento que para siempre, somos hijos de un suelo regado de sangre. De mucha sangre.
Porque la bandera está impregnada de dolor y ni mil años de buenos augurios no salvan de ésta.
Porque mientras algunos solo ven oscuridad, yo veo miles de ojos noctámbulos, como faroles, que me obligan a pensar “¡Cuanto hijo de mil puta habita ésta tierra, por favor!”
¿No te duelen a vos? ¿No sentís todos esos gritos ahogados, que ni el paso del tiempo pudo callar?
Nunca más volvimos a ser los mismos, porque a este país le faltan 30.000 almas a las que amordazaron para siempre.
Estamos heridos de por vida. Ni cicatriza, ni se calma. Sangra para siempre.
Para recordarnos que la lucha nunca debe ser vista como amenaza.
Para intentar que comprendamos que esto es parte de los que nos hace argentinos.
¿Qué hacemos con tanta búsqueda incansable?
No quiero. No .No quiero resignarme.
No sé que le contarás vos a tus hijos sobre la parte de su propia historia que no van a vivir, pero los míos van a saber que un par de hijos de puta que se creyeron dueños y señores de la vida de un país, mataron media generación.

domingo, 17 de junio de 2012

Juntas,a la par...♪


Escribirte puede ser una tarea sencilla o la más compleja del mundo ,pero hoy la bendita inspiración ha virado hacia vos y entonces le doy la bienvenida al segundo texto que te nombra…nos nombra.De ésta maravillosa amistad, y de tantos recuerdos que nos permitirán por siempre reírnos hasta llorar.
Algo pasó en nuestro destino. Cruzarnos nos alegró la vida ¡Y vaya si eso no es motivo para festejar!
Puedo recordar sin mucha dificultad algunos conceptos que tenía sobre vos antes de ver lo increíble que eras. ¡Que buena actriz ésta mina! Dije casi por primera vez en aquella famosa “improvisación del ascensor” y claro que no me equivocaba y tuve el placer y la suerte de comprobarlo desde arriba compartiendo ese fabuloso lugar JUNTAS. Tenerte, saber que estas, contar con vos y vivir nuestros días juntas me llena de una seguridad que no es posible verbalizar ni poner en palabras por escritas que sean.
Dueña de una personalidad avasallante, firme, autentica.  Mujer deslumbrante y excelente amiga.
Adulta con corazón de niña, que juega cada tanto a hacerse la fuerte pero que muestra el corazón siempre que considera necesario.
No sé a que equivale éste texto, pero seguramente se le parezca mucho a un agradecimiento.
No puedo imaginarme hoy, la vida sin vos. Gracias por siempre, por alegrarme los días.
Cómo siempre y cómo es debido aquí estaré yo, en la cajita de té esperando tu timbrazo para saber que has llegado y que nos esperan muchas horas de felicidad.
Que marchen hacia allí un millón de abrazos, otros tantos besos y muchas gomitas y caramelos.
Esperame siempre,petisa hermosa que la vida ya no es vida si no está tu ¡Presente!.
Te quiero infinitamente.

jueves, 31 de mayo de 2012

Los mido con vara rasa...♪


No sé si hay muchas cosas que recordamos cuando la vida ya casi pasa de largo.
No sé si recordaremos latentes  cosas de nuestro pasado, o si las imágenes ya nos serán borrosas e impalpables.
No sé cuanto lloraremos intentando hacer actividades que antes nos parecían sencillas.
Pero puedo tener una seguridad que me llena de orgullo y alegría.
Allí estarán, y para siempre, los amigos.
Seres increíblemente maravillosos que la vida nos ha permitido encontrar. Tan preciados que cuesta definirlos. Como la última figurita que completaba el albúm. Dificil y valiosa por sobre las otras.
Sucursales de nuestra alma que vive en otros cuerpos.
Participes directos de nuestras alegrías, y motivadores natos a la hora de hacer sonreír.
Capaces de fabricar felicidad en dónde no la hay, y de hacernos creer una y mil veces que después de todo, la vida es siempre bella.
Entusiastas, jocosos, lindos.
Pequeños pedacitos de nuestro corazón que vivirán por siempre allí para recordarnos que han pasado por nuestra vida, y allí han anclado su barco.
No caben más que agradecimientos en éste humilde “trozo de papel”.
Porque una vez que pase la vida.
Una vez que mis pies estén cansados y mis brazos no abracen ya tan fuerte.
Una vez que mi sonrisa sea pesada y mis ojos reproduzcan viejas aventuras que no volverán, yo tendré por siempre el consuelo de poder decir que la vida me ha premiado exageradamente y que no será posible que le devuelva tanto.
Me ha regalado los mejores amigos que alguien puede pedir y para eso, señores, no hay gracias que alcance.

Los quiero y los necesito, infinitamente J
Gracias, por tanto. Perdón, por tan poco =)

lunes, 9 de abril de 2012

¡Gracias a la vida!♪


Cuando te pasas veinte años de tu vida esperando la felicidad, y cada día estas más cerca de encontrarla, no sé si existen palabras para describir todo lo que se siente.
Cuando tanto malestar cese, cuando tanto dolor mengue y pueda mirarme y decir ¡Que feliz que soy!, ¿Dónde van a estar todos los que se divierten a costa de los problemas de otros? Creo que ya no me va a importar.
Entonces mi sonrisa, va a ser más importante que cualquier comentario, y mis ganas de correr por las calles gritando “Soy feliz” van a ser incontenibles.
La vida entera nos pasamos escuchando hablar de la felicidad, y juraría que a muchos nos cuesta definirla. Sin embargo, cuando se presenta de forma tan clara y te está esperando desde el futuro para abrazarte para siempre, ya sobran las palabras y no alcanzan las emociones.
Finalmente, y después de tanto tiempo, la vida empieza a cobrar el sentido que quería y todo lo que antes parecía utopía hoy se palpa y se siente de otra manera.
Hoy si, puedo agradecerle a la vida, porque al final algo de cierto debía haber en aquello de “Después de la tormenta siempre sale el sol”. Ésta tormenta ha sido larga, difícil, tediosa pero justamente por eso, tal vez, el sol que salga a partir de ahora sea más grande, fuerte y cálido de lo que esperaba.
Tal vez algún día los escuche reírse, y ya no me sienta mal.

Felicidad, vení rápido que acá te estoy esperando.
Desde hace mucho.
Desde toda la vida.

lunes, 19 de marzo de 2012

Hay que pensar, que la tristeza también..se va♫


Alguien me debe haber dicho alguna vez que todo lo malo pasaba.
Y o no lo quise creer, o me costaba mucho.
Pero cuando las penas parecen pasarte de largo, al menos por un día, y la tristeza tiene ganas de tomarse el palo no puedo menos que celebrar.
Celebrar que todo vuelve a la normalidad, o al menos eso intenta.
Celebrar tu risa, pero ya no desde un lugar diferente.
Celebrar que de a poquito todo el dolor va menguando y puedo verte con otra claridad, con la que te mereces y no podía darte.
Hoy puedo sonreír, y no hay lagrimas en la cara.
Hoy puedo decirte “te quiero” sin que eso suene a otra cosa.
Hoy tengo ganas de no soltar nunca más esta sensación y abrazarte fuerte para decirte “Pude. Pudimos”
Hoy soy feliz, después de tantos días tristes
Despues de todo, ya lo dijo Drexler “Cuando de pronto oí unas alas batir, como si un peso comenzara a ceder. Se va, se va…se fue”
No sé si todo esto se mandó a mudar, pero al menos eso va pareciendo.

domingo, 11 de marzo de 2012

La vi brillar, yo vi tu piel brillar...♪



El sabor más intenso…
El sonido más nítido…
El abrazo más lindo…
El aire más puro…

El vibrar de un millón de campanas…
El choque de las olas más grandes contra las rocas…
El olor a tierra mojada de un campo minado de rosas…
El brillar del ojo más hermoso…
El calor de los labios más codiciados…
El perfume más raro del mundo…

Todo esto y mucho más, no logra tener comparación con todo lo que siento cuando tu piel, choca de lleno con mi piel.

sábado, 18 de febrero de 2012

Llueve...sobre mojado.♪


Cuando sentís que algo espantoso está por suceder, la cabeza empieza la cuenta regresiva hacia la locura. Y la desesperación.
Cuando sentís como te arrebatan de las manos a la persona más hermosa que podes haber visto, el dolor es inminente.
Yo te dije, deseaba que pasara mucho tiempo hasta que tuviera que chocarme de lleno con ésta realidad, pero parece que la vida una vez más no está de mi lado.
¿Qué hago cuando tenga que hacerme cargo de todo este dolor? ¿Y cuando me entere? ¿Qué cara pongo, como disimulo las lágrimas?
A veces me cuesta entender porqué el destino está tan empeñado en no dejarme ser feliz. Y en alejarme tu vida cada vez más.
Mis textos rondan siempre la monotonía, lo sé, tal vez porque son el fiel reflejo de mi realidad. Mi vida oscila permanentemente entre vos y yo, entre todo esto que siento y tu desinterés.
Ya sé, no me digas nada, debería haber entendido ya lo poco que significo en tu vida. Perdoname, si me cuesta asumir tanto dolor.
¡Cuánto necesito un abrazo tuyo!¡Y cómo cuesta saber que no lo voy a tener!
Cuesta tanto o más que darme cuenta que de a poco me vas haciendo saber cuánto sobro en tu vida…

lunes, 13 de febrero de 2012

Tu sonrisa, se hizo el pan con dulce de mis mañanas...♫


¿Cuánta belleza cabe en una sola persona? ¿Cuánto te puede hacer soñar una sonrisa?¿Y una mirada?
Éstas, y un millón de preguntas más me hago cada vez que me choco de frente con tu cara. Y con tu cuerpo y tu voz y tu aroma y…
Me cuesta creer todavía y después de tanto tiempo y tantas cosas en el medio, todo lo que podes generar en mí.
Me pregunto si todavía recordaras el momento en que te dije “escribiendo me di cuenta de todo lo importante que es tu sonrisa para mí”.
¡Por favor! Daría la vida porque me sonrieras un día entero.
¿Sabes qué? Al final todos tenían razón. Me siento más aliviada. Y vos sos parte de este proceso también, porque me encontré con un hombre como vos, que me ha demostrado ser respetuoso de los sentimientos ajenos. Y si claro, me enojo muchas veces y de a ratitos con vos pero todo tiene una lógica.
Te amo, y eso me hace enojarme. Con vos y con la humanidad entera.
¡Sos tan hermoso! Que aún, después de tantos textos todavía me cuesta explicarlo. Y explicarte, claro.
¡Me hace tan feliz saber que me lees! Ahora no estoy más sola. Estas, aunque no estés.
Decime, como sea, que al menos todo esto te saca una sonrisa (¡Esas benditas sonrisas!)
De mas está decirte que acá estoy por si algún día te interesa saber si sigo sintiendo todo esto.
Mientras tanto me duermo, esperando que tu sonrisa inunde mi vida para siempre.
Te amo,sin manera de poder explicarlo.-

domingo, 5 de febrero de 2012

Podria empezar a olvidar tu boca hoy ♪

¡Hay una brecha tan grande entre lo que pensé que pasaría y lo que en verdad ocurre!
¿Dónde quedó ese chico que me miraba como diciendo “te entiendo”?
¿Que me respetó en el momento más difícil y me regaló su silencio, más valioso tal vez que una palabra?
Te pedí que no te alejes, ¡No lo hagas por favor!
Cuando el sueño más lindo de tu vida, se desarma en un instante como un efímero castillito de naipes, pocas veces sabes que hacer…
Y cuando ves cómo esa persona, dueño de las mejores sonrisas del mundo, parece olvidarse de que le mostraste tu corazón entero y sin pudor, el dolor vuelve a ser inevitable.
¡Te extraño tanto, aunque estés tan “cerca”!
Ya no te tengo, ni a vos ni a esa ilusión hermosa, ni al futuro perfecto que soñé tanto tiempo.
Te juro, no sé para qué lado correr.
Y cuando te veo, tan tranquilo, como si nada hubiera pasado, me pregunto “¿De verdad estabas conmigo el día en que me desnudé de alma? ¿El día que te mostré mi vida entera?
Yo confío en vos, a pesar de todo. Confío en que vas a entender todo lo grande que es esto en mi pecho, todo lo que éste dolor inunda mi vida…
No te pido que me ames, te pido que me entiendas que al menos por un segundo logres ponerte en mi lugar.
Ahora te necesito conmigo más que nunca, necesito que estés ahí para decirme “ Va a estar todo bien”
Vos lo sabes, perderte dos veces sería lo peor.
Al menos ahora puedo quedarme en paz, ya lo sabes.
A partir de ahora, ya no tengo nada que hacer.
Por eso te pido esto.
Porque te amo y te necesito.
Y si no te puedo amar, porque la vida no me dio el guiño que yo creo merecía,al menos dejame necesitarte.
Quedate, para siempre, como sea.
Mi vida no es igual si no estas, y aunque duela decirlo, una vez más es la verdad.
La más cruel de todas las amigas, que últimamente se instaló en mi vida.
Tal vez para siempre.

jueves, 2 de febrero de 2012

No me olvides...♪

Ahora si. Te fuiste.
No hay dudas dando vueltas cuando la verdad dice presente.
Se fueron con vos, todas las ilusiones de una vida perfecta. Ya no hay “quizás” ni “tal vez en un futuro”.
Que jodida es la verdad cuando las ilusiones pesan más que el alma.
No hay mucho más que pueda escribirte que ya no te haya escrito, y finalmente, dicho.
Aunque muchas cosas me puedan seguir pareciendo maravillosas, la vida me hizo entender que tenía que despedirme de ellas. Y despedirme de vos, ha sido lo más difícil que me toco vivir.
Me regalaste tu vida y tu sonrisa por un rato, y no sabes cuánto te agradezco eso.
Te regalé mi vida y mis lágrimas, y me consta cuanto me lo agradeces.
No hay palabras para describir este dolor, que tal vez algún día, ojala, se transforme en alivio.
Me escuchaste como nunca antes .Como nadie.
No te amo menos ahora, pero al menos ya lo sabes.
¡Es tan loco esto del amor!
Gracias, por regalarme tu silencio, tu sonrisa y tu verdad por un rato.
Por mirarme a los ojos, aun cuando te estaba diciendo lo más difícil que me tocó decir.
Sigo confirmando que sos el hombre de mi vida, pero como ya te dije una vez, tengo que esperar que mi corazón lo entienda. Y es un alivio saber que vos sabes cuánto me va a costar esto.
No tengo mas que escribirte, o tal vez si, pero ya no tiene una finalidad. Ya no me sirve, y a vos tampoco.
Gracias, por permitirme ser parte de tu vida.
Te amo de la manera mas profunda que alguien puede amar. Pero creeme, voy en camino a poder vivir sin eso.
GRACIAS,ETERNAMENTE.
Hasta siempre a lo que me mantenía pendida de una ilusión.



lunes, 23 de enero de 2012

Me pesa el alma como un jabalí ♪


A veces me pregunto si faltará mucho para tenerte. ¡Es tan poco lo que tengo de vos y tanto lo que deseo!.
Siento que de a poco y día a día te alejas más, que ya no tengo manera de gritarte “ Flaco quedate, te amo”, y me pregunto si no llegaré tarde a ese día.
Intento imaginarte, ¿Qué cara irás a poner?.
El que espera desespera dicen por ahí y algo de razón deben tener ,porque a veces el pecho me pesa más que nunca.
Me pesan tus miradas, tantas veces perdidas vaya a saber por dónde.
Me pesa tu indiferencia en algunos días…
Me pesa la vida cada vez que soy consciente que no te tengo.
Te miro
Te observo
Te escucho
Te huelo
Te vivo…
Te necesito.
¿Cómo se hace para correr atrás de algo que no tenes y que no sabes si irás a tener pero que aun deseas con todas tus fuerzas?
¿Cómo disimulo la cara cada vez que te veo? A veces me asombro de mi misma también.
Estas todo el tiempo en mis sueños, todo el tiempo me mirás desde ese futuro que me invento cada vez que pienso en cuanto te amo. Me haces pensar que puede existir ese futuro juntos, y eso ya me llena el pecho de alegría. Al menos hasta el próximo momento en dónde soy consciente otra vez de lo poco que me perteneces.
¿Si me irás a encontrar cosas en contra? Claro, miles.
Ni la más linda,lejos de eso.
Ni la más inteligente
Ni la más callada
Ni la más segura…
Pero creeme, la que más te ama. Y la que daría la vida, todos los días, por hacerte feliz.
Que cursi se vuelve uno con esto del amor, ¿no? Será que en el fondo todos somos así, solo que este es el único sentimiento que nos permite demostrarlo.
Yo sé que sí. Yo sé que al menos me vas a dejar abrazarte y poder decirte por fin en la cara cuanto te amo.
No te vayas, por favor.
Esperame, que yo te espero hace mucho.