jueves, 25 de agosto de 2016

Nenitas de oro.

Desde siempre,desde que pude comprender el mundo a través de la consciencia,entendí que todas las veces en que las mujeres pensamos que sólo a nosotras el machismo nos ha mutilado la vida,estamos frente a un gravísimo error.Esa bomba de ácido punzante que alguna vez explotó para quemarnos para siempre,nos llenó de llagas a todos como sucede casi siempre con las grandes pestes del mundo.
Pienso entonces que a los hombres les ha tocado esa parte horrenda y siempre lacerante de tener que guardarse una a una las emociones tibias y cálidas,las que te llenan los ojos de lágrimas de alegría por ejemplo,sólo por siempre encajar y nunca jamas parecerse a una mujer. Aunque la mitad de todo lo que somos se lo debamos a una.De nada importa,el lema será para ellos siempre el mismo: "No seas nenita".
Desde aquél mismo momento,tal vez por mi afortunado acercamiento al arte desde chica,entendí que existen dos grandes espacios donde el trabajo codo a codo y la consciencia de las emociones,no son sólo un resultado sino una regla: el arte y el deporte.
Todas y cada una de las primeras clases de teatro que tuve en mi vida,por el comienzo de un nuevo año lectivo o el ingreso a un nuevo taller tuve la misma actividad para iniciar la clase: mirarme a los ojos con todos mis compañeros.Si eran cinco o treinta,daba igual.Hombres,mujeres,nenes adolescentes o adultos. Porque en verdad da igual,porque si vos estás conectado conmigo y yo con vos,de verdad ya basta. De verdad no van a pedirte que seas de cual o modo,sino todo lo contrario. Con el correr de los días,los hombres harán de mujeres y las mujeres de hombres. Y podés creerme si te digo que va a aparecer antes la emoción que la burla.Y antes,mucho antes,el abrazo.Los primeros knock out a los "no seas nenita". Porque uno necesita un compañero,no un estereotipo.
Comprendo desde afuera que a aquellos deportistas que eligen una actividad colectiva,también entienden esto desde el primer momento.Asimismo asumo que entienden que sin el otro nada,lo incompleto,el doble trabajo por intentar suplantar al compañero y la alegría de ver finalmente cuando llega al entrenamiento y como en un juego de encastre,el alivio entre las manos de volver a tu lugar porque ya no hay huecos que llenar.Por ende,también,la emoción sin fin de la tarea cumplida y lo hermoso de saber que cada uno aportó lo suyo. Que sin uno menos,nada.Que el triunfo y la derrota serán siempre en plural.
No es casual que yo piense y escriba todo esto,justo ahora que terminaron los juegos olímpicos.Es justamente gracias a ellos que me puse a pensar en lo hermoso que sería un mundo de hombres nenitas.
Casi a la madrugada,casi yéndonos,casi distraídos,un amigo buscó en su celular un rato largo para mostrarme el último gol de Los Leones que los consagró finalmente campeones olímpicos.Y entre las muchas cosas que pensé cuando vi saltar,abrazarse y llorar a esos pibes,supe que nos habíamos perdido de un mundo hermoso y sincero. Porque yo no entiendo nada de hockey y me perdí el partido,pero me guardo para siempre la imagen de esos dos tipos vencidos por la emoción,tan desbordados de felicidad que no pudieron más que echarse a llorar abrazados en el piso,con el resto de sus compañeros también llorando y riendo y volviendo a llorar.
Como dos nenitas.
Tan contundente que lo tomaré durante mucho tiempo como el mejor antídoto contra todos los días machistas que quieran venir.

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