lunes, 16 de julio de 2012

30.000 veces nunca más.-


A veces es como si la vida nos sentara en una silla enorme y nos pasara por horas millones de videoclips que ya hemos visto, pero que necesitamos recordar. E indudablemente, el primero y tal vez más doloroso de todos nos lleva treinta años detrás y nos carga de una impotencia que no llega a asemejarse a la de sus familias, pero que intenta hermanarse.
Nos inunda de datos que nos duelen, que se parece a miles de dagas sobre la piel. Que queman más que el sol de la mañana.
Y nos obliga a detener el paso. Pone a prueba el corazón de todos, y aniquila los lagrimales de unos cuantos, que aunque ausentes en aquel nefasto tiempo, llevamos sobre la espalda el peso de saber por cuánto hubo que pasar.
Seguramente haya muchos que tengan incontables teorías sobre lo que pasó, porqué, y lo que pudo haber pasado. Pero a mi hay una realidad que me duele, me lastima y me carcome.
Porque hay un país que me obliga a recordarlo, y un corazón que se niega a olvidar.
Porque me niego a la resignación del “Ya pasó” y me aferro a la necesidad de un “NUNCA MÁS”.
Porque siento que para siempre, somos hijos de un suelo regado de sangre. De mucha sangre.
Porque la bandera está impregnada de dolor y ni mil años de buenos augurios no salvan de ésta.
Porque mientras algunos solo ven oscuridad, yo veo miles de ojos noctámbulos, como faroles, que me obligan a pensar “¡Cuanto hijo de mil puta habita ésta tierra, por favor!”
¿No te duelen a vos? ¿No sentís todos esos gritos ahogados, que ni el paso del tiempo pudo callar?
Nunca más volvimos a ser los mismos, porque a este país le faltan 30.000 almas a las que amordazaron para siempre.
Estamos heridos de por vida. Ni cicatriza, ni se calma. Sangra para siempre.
Para recordarnos que la lucha nunca debe ser vista como amenaza.
Para intentar que comprendamos que esto es parte de los que nos hace argentinos.
¿Qué hacemos con tanta búsqueda incansable?
No quiero. No .No quiero resignarme.
No sé que le contarás vos a tus hijos sobre la parte de su propia historia que no van a vivir, pero los míos van a saber que un par de hijos de puta que se creyeron dueños y señores de la vida de un país, mataron media generación.

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