jueves, 10 de julio de 2014

Desfachatez Sudaca

Algunos creen que el fútbol corresponde a aquellas pequeñas cosas de la vida que alguna vez pueden ponernos una sonrisa y en el mejor de los casos cambiarnos el día pero nunca ser demasiado trascendentales.
Yo creo que no.
Yo ya sé muy bien que no se va la pobreza ni la desigualdad porque una pelota haga flamear un arco pero quién dice...tal vez la pobreza duela menos cuando hay un motivo para que los ojos se nos llenen de lágrimas de alegría.

Empiezo a tener recuerdos más o menos nítidos desde Corea-Japón hasta acá. Este mundial me encuentra en el umbral de la adultés y empiezan poco a poco a tomar sentido muchas de las cosas que crecí viendo y escuchando. Por primera vez tuvieron más peso los deseos de buena suerte que aquellos,siempre pesimistas,que no se conforman con nada que nos pretenden prolijos con pulcritud europea pero festejan los goles con la misma desfachatez sudaca que todos.

Comenzar de a poco a prestar atención a cosas que antes tal vez no veía me hizo sentir que esta vez el sueño de todos era posible.
Casi como una especie de cábala tácita, de acuerdo no dicho, escuché cómo todos los partidos un nenito que vive en mi edificio caminó el piso hasta llegar a su departamento al grito de "vamos argentina, vamos argentina".
Mi abuela,siempre descreída de los ídolos populares,se tomó la cabeza y abrió grande los ojos para decir "Que increíble Messi,qué lo parió".
Vi a mis amigos hombres estallar en un grito de gol que quién sabe cuántos años hace que traen atragantado en medio del pecho.
Por primera vez, no me importó que el mundo entero se burle de todas aquellas que decidimos comentar de fútbol y recibí mensajes de texto de mi viejo que, incrédulo, no podía creer la goleada que se estaba comiendo Brasil.
Yo,que detesto hablar por teléfono y siempre siento que las palabras no me acompañan en esos momentos, me encontré llamando a mi mamá para decirle "Siiiiiii, somos finalistas no lo puedo creer" con el nudo en la garganta y el puño apretado porque era preciso conectarse con algo para entender que seguía siendo "la vida real".

Me confieso temerosa. El partido recién empezaba y yo ya me había tapado la boca en un gesto de "por favor que no nos hagan sufrir".

Entonces ocurrió el milagro.

Ellos, los mismos que con gesto soberbio habían entrado a la cancha dispuestos a dejarnos a mitad de camino, iban poco a poco desdibujándose. Y casi sin darnos cuenta,el aire estaba lleno de apellidos nuestros y los holandeses, sospecho,empezaban a preguntarse cómo podía ser posible.
Cuando escuché a los brasileros gritar "Oooooole" la primera vez en todo el partido que los de naranja se tomaron el atrevimiento de sacarnos la pelota, se me llenó el pecho de bronca.
Después recordé que ahí adentro,los muchos años de historia,la música, la cultura,el idioma y el sentimiento son absolutamente personales. Y vi,casi sin poder creerlo, como un tipo de la talla de Mascherano nos hacía entender segundo a segundo qué es eso tan lindo de ser argentino que no se puede explicar. Podría jurarlo: Cuando por un instante pensamos que podía irse de la cancha se nos dibujó una sonrisa de ironía. A Mascherano lo sacan muerto o no lo sacan más.
Lo vi colarse por todos los rincones y estirar la pierna derecha con la intuición casi palpable de que así nos salvaba del susto y los privaba para siempre de hacer un gol que no se merecían.
Se miraron, se gritaron, se entendieron de ese modo que nosotros siempre suponemos que se entienden y que ellos, en ocasiones como estas, nos muestran orgullosos.

La Fiera lo sabe. Y nosotros también. Por eso nos regaló este pase histórico. Por eso cerró los ojos y afinó las piernas. Con cierta timidez y los botines llenos de confianza,la Fiera Rodriguez se aseguró para siempre un lugar en el anecdotario colectivo que todos guardamos en algun lugar del alma.
Y Romero. Y Messi. Y Demichelis. Y los 40 millones de tipos que al mismo tiempo lloraban la emoción de sabernos a un paso de la meta final.

Ayer,otra vez,supe que para siempre me iba a ser imposible explicar por qué no cambiaría por nada del mundo a mi país. Capaz por eso esa bronca y el ensañamiento que a veces tengo con Zorreguieta. Porque me cuesta imaginarme rodeada de banderas naranjas, abriendo los ojos cuando están a punto de meternos un gol,cantando cantitos que no se entienden,que no me hacen sentir parte,que no me llenan los ojos de lágrimas.

Al fin de cuentas no lo supe al principio ni lo sé ahora tampoco.
Yo qué sé cuanto nos influye de verdad el fútbol y cuanto tiene de ilusión que inútilmente depositamos en él.
A mi me basta con haber escuchado a un tipo que con la humildad de los grandes se tomó un segundo para hacerle saber a su compañero que definitivamente a la gloria se la busca.
Y haber visto como todo un país, por primera vez en mucho tiempo, no necesitó nada más para entender que a veces, la vida es lo más hermoso que nos han regalado.

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